SANTA ANA, LA VIRGEN Y EL NIÑO

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En la imagen, de Alejo de  Vahía, se puede observar la escultura de Santa Ana, la Virgen y el niño, podemos ver como Santa Ana lleva una túnica que le cubre el cuerpo entero dejando a la vista las punteras de sus zapatos también se ve que los pliegues de la túnica están bien marcados. El velo le cubre la cabeza dejando solo a la vista el rostro en que no se ve expresividad, pero si se ve movimiento pues una de sus manos esta alzada sujetando una pera, mientras que la otra está rodeando a la virgen mientras tanto la figura esta de frente.

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Se observa como Santa Ana sostiene en su rodilla derecha a la virgen, esta tiene rasgos parecidos a la anterior, lleva una túnica que le cubre dejando sobresalir  una de sus punteras, su melena cae sobre sus hombros y se ve como están marcadas las ondulaciones del pelo, también lleva una corona muy detallada. La virgen mira hacia un lado, sin  mantener relación no con Santa Ana ni con el niño. Su cuerpo está ligeramente girado  y a su vez ésta sostiene a Jesús entre sus brazos.

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El niño Jesús está entre los brazos de la Virgen. En él se puede observar que hay cierto movimiento,  pues se ve como una de sus manos está levantada, quizás queriendo coger el objeto que ofrece Santa Ana. Con la otra mano sujeta un pájaro a quien, posiblemente, intenta alimentar con la pera que le ofrece Santa Ana. A diferencia de las anteriores la ropa que cubre al niño deja al descubierto sus piernas, que también presentan un cierto movimiento pues está con una rodilla levantada y la otra pierna esta doblada. Su rostro no tiene expresividad y tampoco dirige la mirada a las otras dos figuras. El pelo, al igual que el de la Virgen,  está bien definido.

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Las figuras están desproporcionadas pues importan más el mensaje que la proporción, de forma que cada una actúa de “asiento” de la anterior, apareciendo Santa Ana de mayor tamaño, mientras que la Virgen resulta pequeña en relación al niño.

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La escultura está realizada en madera policromada.